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5 malas prácticas a evitar en el liderazgo

Uno de los problemas del liderazgo en el entorno empresarial es que quien lo ejerce puede pensar que está cumpliendo su papel de líder simplemente porque lo es y está cumpliendo los objetivos planteados, sin importar si lo está haciendo bien o mal. Esta situación puede convertirse fácilmente en una serie de malas prácticas que nada tienen que ver con la verdadera esencia del liderazgo.

Si entendemos el concepto de como la influencia que una persona puede tener sobre otra o sobre un grupo de personas para conseguir un objetivo y vemos que así sucede, ¿debería importarnos cómo se logró ese objetivo? Claro que sí.

Las características del líder ideal han sido repetidas hasta la saciedad: que sea capaz de dar instrucciones claras y concretas, que sea estratégico y sepa guiar a su equipo, que dé retroalimentación oportuna y que les muestre a los colaboradores cómo lograr efectivamente los resultados esperados. 

Pero resulta que muchas veces los líderes se caracterizan por todo lo contrario. Veamos las cinco malas prácticas a evitar en el liderazgo:

Yo y nadie más que yo

La competencia feroz del talento que se vive en la actualidad ha contribuido en cierta forma a que ciertos líderes intenten anular el talento de otros trabajadores con el fin de no verse desplazados. Se trata de un instinto de “supervivencia” mal entendido, pues no solo crea una brecha entre el líder y su equipo sino que también obstruye la generación de nuevos talentos en la dirección.

Compliquemos las cosas

Por su naturaleza, existen empresas en las que hay procedimientos demasiado engorrosos, como en el caso del sector público. Pero hay otras en las que uno de verdad se pregunta: ¿por qué todo tiene que ser tan complicado? Paralizar los procesos comunicativos de la organización estableciendo procedimientos, permisos y papeleos complejos es una práctica que está mandada a recoger, sobre todo en la actual era digital y de la automatización.

Los coletazos del burnout

No solo los trabajadores más rasos pueden sufrir de agotamiento físico y mental, también los líderes. Y un liderazgo permeado por el estrés laboral se verá inevitablemente reflejado en la evasión de responsabilidades, desorganización, aislamiento e incapacidad de tomar decisiones. El bienestar personal debe tomarse en serio y los líderes deben tener en cuenta sus condiciones físicas y mentales como parte fundamental de su labor.

Tú no sabes quién soy yo

Aunque se pueda pensar que un líder debe ser soberbio, arrogante o prepotente para que sus colaboradores sigan efectivamente sus instrucciones, no hay nada más alejado de lo que debería ser. El creer saberlo todo, así como la falta de humildad y empatía, pueden ser un obstáculo, por ejemplo, para una tarea clave en el liderazgo: delegar.

Aquí se hace lo que yo diga

Esta mala práctica se caracteriza por la humillación, la ofensa o la amenaza en público. Se trata de líderes que ejercen su poder haciendo manifiesto el miedo, queriendo que los demás actúen simplemente por un mandato arbitrario e irrespetuoso, aprovechando la necesidad de los trabajadores de mantener sus cargos.

El mundo que avanza hoy es muy distinto al de hace tres años. No solo cambiamos como personas, también las empresas, los mercados y las tecnologías; prácticamente todo se reconfiguró y el liderazgo empresarial debe estar a la altura de un futuro en el que estas malas prácticas no tienen cabida.

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